
El rasgo más importante de las leyendas urbanas es su carácter internacional: la historia del submarinista que es recogido accidentalmente por una avioneta contra incendios y la cual lo deja caer sobre el fuego causando su muerte, se cuenta con mínimas variaciones en su estructura en distintos lugares de America del Norte, Europa y Australia, por citar sólo algunos sitios por donde circula esta leyenda.
Para que una historia ficticia se convierta en leyenda urbana es preciso que se difunda de forma anónima como verdadera y se convierta en fuente de información, potencialmente útil para prever o evitar hechos futuros.
La leyenda urbana puede inspirarse en cualquier fuente, pero incluye a menudo un elemento misterioso, incomprensible o chocante. Rara vez resulta posible localizar el origen preciso de una leyenda urbana. Cuando el investigador se enfrenta a una de ellas, se encuentra con varios relatos extendidos por distintas zonas, construidos a partir de un mismo esquema, pero adornados con detalles muy variados.
Las leyendas urbanas tienen una estructura más compleja (planteamiento, nudo y desenlace) que los chismes, rumores y bulos. No pretenden, como éstos, desacreditar a una persona en concreto, sino que abordan una “problemática” que afecta a muchas. La trama está urdida en función del desenlace, en el que a menudo se concentra el mensaje, al modo de la moraleja de una fábula.
La leyenda urbana suele contarse como si fuera un suceso verdadero o, al menos, verosímil. Ello exige que los personajes sean meros arquetipos anónimos, “un hombre”, “una mujer”, “una pareja” o “un conocido de un amigo”, el cual el narrador de la leyenda urbana no conoce personalmente, aunque situados siempre en escenarios concretos (una determinada ciudad, calle, país) que contribuyen a hacerla creíble. A menudo, el protagonista es un “amigo de un amigo”, relativamente cercano al oyente, pero no tanto que resulte viable consultarle sobre los hechos.
Desde finales del siglo XX, la difusión de las leyendas urbanas ha encontrado un aliado en la Red, integrándose en el llamado el Netlore....
Para que una historia ficticia se convierta en leyenda urbana es preciso que se difunda de forma anónima como verdadera y se convierta en fuente de información, potencialmente útil para prever o evitar hechos futuros.
La leyenda urbana puede inspirarse en cualquier fuente, pero incluye a menudo un elemento misterioso, incomprensible o chocante. Rara vez resulta posible localizar el origen preciso de una leyenda urbana. Cuando el investigador se enfrenta a una de ellas, se encuentra con varios relatos extendidos por distintas zonas, construidos a partir de un mismo esquema, pero adornados con detalles muy variados.
Las leyendas urbanas tienen una estructura más compleja (planteamiento, nudo y desenlace) que los chismes, rumores y bulos. No pretenden, como éstos, desacreditar a una persona en concreto, sino que abordan una “problemática” que afecta a muchas. La trama está urdida en función del desenlace, en el que a menudo se concentra el mensaje, al modo de la moraleja de una fábula.
La leyenda urbana suele contarse como si fuera un suceso verdadero o, al menos, verosímil. Ello exige que los personajes sean meros arquetipos anónimos, “un hombre”, “una mujer”, “una pareja” o “un conocido de un amigo”, el cual el narrador de la leyenda urbana no conoce personalmente, aunque situados siempre en escenarios concretos (una determinada ciudad, calle, país) que contribuyen a hacerla creíble. A menudo, el protagonista es un “amigo de un amigo”, relativamente cercano al oyente, pero no tanto que resulte viable consultarle sobre los hechos.
Desde finales del siglo XX, la difusión de las leyendas urbanas ha encontrado un aliado en la Red, integrándose en el llamado el Netlore....
Con respecto a los mitos urbanos uno se pregunta: Qué son los mitos urbanos?
A lo mejor sucedió realmente, o puede llegar a ocurrir, pero nadie parece haber sido testigo directo del suceso. El mito urbano sucede en una dimensión paralela, un plano idéntico al nuestro pero en el que se hace verosímil lo improbable. A veces, el mito urbano es un deseo colectivo, una esperanza, otras veces un temor... una premonición. Otras veces, una explicación improvisada o una lección moralizante que se deja leer entre líneas.
Es muy difícil, la mayoría de las veces, rastrear los orígenes de estas historias que circulan con status de leyendas. Estas aparecen y se repiten no solo en la tradición oral sino también en los medios de comunicación. Es probable que algunas de estos relatos sean elaborados intencionalmente con algún objetivo en particular como por ejemplo, desacreditar a alguien u obtener beneficios comerciales. Otras veces, puede surgir de algún relato que se deforma a partir del original o simplemente de una ficción deliverada que al transmitirse adquiere el valor de una historia real.
Ahora bien, la pregunta es por qué una leyenda urbana, que de por sí contiene elementos claramente irracionales, se transforma en un relato creíble. En efecto, muchos de estos relatos, si bien no son abiertamente fantásticos, son, al menos sorprendentes por improbables. Pareciera como que tras un efecto de saturación informativa a través de las fuentes tradicionales, se abre un espacio informal en el que el relato de un testigo anónimo, con el que no tendríamos otro vínculo que el anonimato, sea aceptado a través del "beneficio de la duda". Lo extraño no por improbable es necesariamente imposible, y así se define la puerta de entrada por la cual ingresa el relato mitológico contemporáneo.
De esta manera, una leyenda urbana cumple la función de darle al sujeto la posibilidad de expresar una opinión personal, un temor o acaso una sospecha. Tal vez encuentre un atajo para una explicación demasiado compleja, excesivamente elaborada. El mito es una expresión tan antigua como la cultura y su estructura resiste en nuestras mentes así como nuestros miedos y anhelos y no deja de expresarse con formatos nuevos, adaptados al tiempo que nos tocó vivir....
A lo mejor sucedió realmente, o puede llegar a ocurrir, pero nadie parece haber sido testigo directo del suceso. El mito urbano sucede en una dimensión paralela, un plano idéntico al nuestro pero en el que se hace verosímil lo improbable. A veces, el mito urbano es un deseo colectivo, una esperanza, otras veces un temor... una premonición. Otras veces, una explicación improvisada o una lección moralizante que se deja leer entre líneas.
Es muy difícil, la mayoría de las veces, rastrear los orígenes de estas historias que circulan con status de leyendas. Estas aparecen y se repiten no solo en la tradición oral sino también en los medios de comunicación. Es probable que algunas de estos relatos sean elaborados intencionalmente con algún objetivo en particular como por ejemplo, desacreditar a alguien u obtener beneficios comerciales. Otras veces, puede surgir de algún relato que se deforma a partir del original o simplemente de una ficción deliverada que al transmitirse adquiere el valor de una historia real.
Ahora bien, la pregunta es por qué una leyenda urbana, que de por sí contiene elementos claramente irracionales, se transforma en un relato creíble. En efecto, muchos de estos relatos, si bien no son abiertamente fantásticos, son, al menos sorprendentes por improbables. Pareciera como que tras un efecto de saturación informativa a través de las fuentes tradicionales, se abre un espacio informal en el que el relato de un testigo anónimo, con el que no tendríamos otro vínculo que el anonimato, sea aceptado a través del "beneficio de la duda". Lo extraño no por improbable es necesariamente imposible, y así se define la puerta de entrada por la cual ingresa el relato mitológico contemporáneo.
De esta manera, una leyenda urbana cumple la función de darle al sujeto la posibilidad de expresar una opinión personal, un temor o acaso una sospecha. Tal vez encuentre un atajo para una explicación demasiado compleja, excesivamente elaborada. El mito es una expresión tan antigua como la cultura y su estructura resiste en nuestras mentes así como nuestros miedos y anhelos y no deja de expresarse con formatos nuevos, adaptados al tiempo que nos tocó vivir....
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